Belfast es una ciudad que está ubicada en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Es la capital y ciudad más grande de con unos 300 mil habitantes.
Belfast está situada en la costa este de Irlanda del Norte. La ciudad está flanqueada al noroeste por una serie de colinas, incluyendo la colina de Cavehill, que se cree que inspiró la novela de Jonathan Swift, Los viajes de Gulliver. Cuando el Titanic fue construido en Belfast en 1912, Harland and Wolff tenía el mayor astillero del mundo.
Existen dos aeropuertos en la ciudad: el Aeropuerto George Best de la Ciudad de Belfast, adyacente al Belfast Lough y el Aeropuerto Internacional de Belfast que se encuentra cerca del lago Neagh. La Universidad Queen’s es la más importante de la ciudad. La Universidad del Ulster también tiene un campus en la ciudad, donde se concentra los estudios de las bellas artes y diseño
Belfast tiene un clima templado. La temperatura diaria promedio es de 18 °C (6 la mínima y 31 la máxima. El cambio climático también está afectando a Belfast lo que está ayudando al protagonista de nuestra historia
Peter Emerson es un ex militar de 75 años que adquirió una vivienda, un refugio abandonado, y en ella cultiva árboles que jamás se asociarían a Irlanda del Norte, y por tanto no sencillos de cultivar.
Este antiguo oficial de la marina se trasladó en 1975 a Belfast procedente de África dónde estuvo sirviendo, lugar en el cual se familiarizó con el olivo.
Como no obtuvo pensión del gobierno, pues procedía de Inglaterra, y su situación económica no era la mejor, empezó a cultivar en su vivienda, con una gran zona para poder practicar la agricultura, con lo cual se alimentaba de lo que iba generando.
Peter también cultiva higueras, ciruelos, aguacates, etc. nadie creía que realmente podría cultivar este tipo de árboles que en ningún caso han estado vinculados con Irlanda del Norte, e incluso sus propios amigos no lo creyeron hasta que vieron lo que hacía, Él le atribuye todo el mérito a los arboles, que son quien producen los frutos, según Él “yo solo los recojo y los consumo”
La producción la destina toda a elaborar aceituna de mesa según una receta que aprendió mientras servía en África, con lo cual va consumiéndolas poco a poco, y día a día, como aperitivo, en ensaladas, etc.
Un ejemplo más de olivicultura emotiva, la mayor parte de las veces la pasión prevalece sobre los impedimentos, en este caso la pasión por el olivo ha hecho caso omiso a la imposibilidad científica y refutada de poder cultivar olivos en Irlanda del Norte