Originario de la Antigua Grecia, le rodean numerosas historias sagradas y misteriosas. Expandido a lo largo del mediterráneo sobre todo en Grecia y el sur de Italia. A la vez que otras variedades ganaban terreno y evolucionaban, esta variedad iba desapareciendo, fue el gran olvidado.
Denominado académicamente como Olea leucocarpa o leucolea, conocido comúnmente como Olivo Blanco. Destacables frutos blancos y perlados, con hojas lanceoladas verdes y blanquecinas. Deslumbrante perfección al tocar el sol con sus frutos.
Leñoso objeto de culto y respeto por sus delicadas cualidades, cuentan algunas de las leyendas que los olivos blancos fueron cultivados por los Monjes Basilios hace más de 1.000 años en las regiones del sur de Italia, por eso eran característicos de zonas de culto religioso como iglesias, templos o monasterios. Los Monjes Basilios elaboraban el aceite con toda dedicación y cariño en el proceso, ya que lo consideraban un elemento divino y sagrado entregado por los dioses al pueblo.
El aceite de olivo blanco era mezclado con otros aceites esenciales, y productos naturales para crear el Aceite Santo, utilizado para diversos actos de culto religioso como en actos de bautismo, confirmación e incluso para la celebración de la muerte, que aportaba con su color blanquecino la pureza y la fe. Además de su uso en actos religiosos, lo utilizaban en lámparas de aceite por su claridad y luminosidad.
Fue desapareciendo poco a poco, y perdiendo terreno, concretamente por su color blanquecino cuando elaboraban su aceite. No puedo competir ni con el sabor afrutado, ni con el color atractivo del oro líquido.