Inundando todos los paisajes en los que el olivo se encuentra, ya esta presente la floración del oro líquido.
El árbol del olivo, denominado olea europaea, es considerado como un árbol de dimensiones medias. Árbol perennifolio que mantiene sus hojas verdes grisáceas y plateadas por el envés durante todo el año, de cuerpo robusto, grueso y longevo. El olivo es un árbol muy rústico que tiene la facilidad de extenderse por todos los tipos de suelos, aunque para su buena extensión prefiere suelos profundos y con drenaje.
El gran protagonista del olivo es sin duda su fruto, de donde nace el aceite de oliva. La flor del olivo es conocida por rapa o trama dependiendo de la zona geográfica. Esta flor nace con la primavera entrada, generalmente este árbol suele florecer a mitad de mayo, pero debido al cambio de clima, está floreciendo durante el mes de abril.
Flor pequeñita que crecen en racimos de entre 20 y 40 florecitas con cuatro pétalos abiertos de color blanco o amarillento cada una. En el centro predomina un color amarillento anaranjado que es donde se encuentra el polen. Estas flores tienen dos tipologías las perfectas, que son hermafroditas y las que producen el fruto, y las estaminíferas.
Tras el precioso espectáculo de la floración, aparece el fruto. La aceituna, fruto pequeño con forma ovalada, que pasa por varios tonos de verde, hasta llegar a color morado oscuro en su maduración total.
Aceitunas de las cuales se elaboran los diferentes tipos de aceites de oliva que hoy día recorren el mundo entero deleitando a los consumidores con sus múltiples características y beneficios para la salud.