Existen 11,7 millones de hectáreas plantadas de olivar productivo en el mundo, distribuidos en 66 países, en los cinco continentes.
Si bien, además de los olivos dedicados a la producción de aceite de oliva o de aceituna de mesa, también existen innumerables ejemplares dedicados a la ornamentación.
Son árboles frondosos y que tienen un crecimiento lento, no sobrepasando los diez metros de altura. Una de sus características principales es que se trata de un árbol muy longevo y con una gran capacidad de regeneración. Su utilización en jardinería se debe principalmente a la facilidad con que pueden ser trasplantados en su edad adulta, normalmente como ejemplar aislado.
Como ejemplo de su presencia como elemento ornamental en Madrid, hay ejemplares procedentes de Martos (Jaén) en la plaza de Colón, en los ajardinamientos junto a los motivos de la conmemoración del descubrimiento de América, también en la plaza de España o en el Palacio de la Moncloa, donde se instalaron tres olivos al inicio de los años 80. Tambíen podemos encontrar olivos en el parque de El Retiro, situados en la colina del Bosque del Recuerdo; asimismo, cerca del lugar y al lado de una ría, se encuentra el olivo más grande del parque. También hay olivos en la zona del Antiguo Reservado, en los jardines de Cecilio Rodríguez y en la Montaña Artificial.
La presencia del olivo en el Retiro no es casual, ya en el conocido Plano de Texeira de 1656, se aprecia que alrededor de la actual Basílica de Atocha se encontraba el conocido como Olivar de Atocha. Los reyes podían entrar directamente desde El Retiro al olivar y a la Virgen de Atocha.
El Área de Medio Ambiente y Movilidad ha adquirido recientemente un olivo centenario tras adherirse a la iniciativa ‘Un Árbol por Europa’, de la asociación juvenil Equipo Europa, que cuenta con el apoyo de la Oficina del Parlamento Europeo en España y que, desde 2021, se ha extendido a todo el continente.
Por esta iniciativa, los jardines del Buen Retiro cuentan con un olivo centenario plantado en una de las praderas próximas a la entrada de la Puerta del Ángel Caído. Su edad estimada es de 627 años, siendo su fecha de origen aproximada el año 1396. El nuevo inquilino pesa cinco toneladas, mide cerca de tres metros de alto y su tronco cuenta con un diámetro aproximado de tres metros. Pese a sus modestas dimensiones en comparación con otros árboles de más porte, se ha convertido en el ejemplar más ‘anciano’ que adorna el parque madrileño, superando en edad al histórico ahuehuete situado en la entrada al jardín por la puerta de Felipe IV.