En el monte de los olivos, uno de los lugares más sagrados de Tierra Santa, además de ser uno de los lugares más frecuentes donde Jesús realizaba sus oraciones, es también un lugar dedicado a la solidaridad.
Se trata del Hospital Augusta Victoria, pese a que en sus inicios fue diseñado como casa de huéspedes para peregrinos alemanes, más tarde pasó a ser cuartel general del ejército turco, y posteriormente serviría de casa de Gobierno para el mandato Británico de Palestina. Fue después del estallido de la II Guerra Mundial, cuando el campus de Augusta Victoria, se convirtió en la respuesta humanitaria que se necesitaba por aquel entonces.
El este de Jerusalén, carecía de hospitales, es por lo que se solicitó a la FLM; Federación Luterana Mundial, que gestionase el hospital para dar respuesta a la asistencia humanitaria que se demandaba. Temiendo que la propiedad fuera confiscada por Israel, el propietario alemán, la Fundación Kaiserin Augusta Victoria (KAVF), transfirió el Hospital Augusta Victoria y los 46 acres circundantes a la FLM, convirtiéndose el AVH, en el hospital mas grande de la zona y jugando un papel fundamental en la atención primaria de los refugiados palestinos. Todavía hoy, el Hospital Augusta Victoria sigue prestando sus servicios y su campus sirve como centro de actividades diaconales.
Toda esta elite de solidaridad, se debe en parte a uno de los proyectos que se llevan a cabo en las inmediaciones del hospital, y es que, en el terreno circundante del hospital, en el monte de los olivos, hay cultivados 800 olivos, que como si de una bendición se tratase, el AOVE extraído de sus frutos proporciona ingresos para compensar los costes del hospital, además de dotar de su propio aceite a los pacientes del mismo.
Cultivados bajo un sistema de producción ecológico, trabajadores y voluntarios cosechan los frutos de estos 800 olivos, de variedad barnea, secano, tradicionales y edad milenaria, en una campaña de aceituna que se alarga hasta las seis semanas de duración, para que sean cientos de los voluntarios los que contribuyan en este acto de solidaridad.
El AOVE que se obtiene de esta recolecta de frutos, se usa en la cocina del propio Hospital, para que todos los enfermos hospitalizados puedan beneficiarse de las características del AOVE, y por consiguiente su estado de salud. El resto del AOVE elaborado, se utiliza como un eterno signo de agradecimiento y se entrega como obsequio a todos aquellos que, con sus donaciones, permiten que este proyecto saludable y no menos solidario siga adelante.
Allá donde el Olivo y el AOVE está presente, la prosperidad se hace latente.