En Perú, el cultivo de olivo se inicia en la costa central alrededor del año 1560 con la introducción de plantones procedentes de Sevilla, España, difundiendo luego hacia el norte y sur del país, encontrando su nicho ecológico óptimo en la región sur(García y Tello, 2006). Desde el año 2000 en adelante, la actividad olivícola del Perú muestra un crecimiento y desarrollo sostenible, sustentando por mejoras agronómicas, incorporación de capital y mejoramiento productivo, lo que se tradujo en un importante posicionamiento competitivo (Sepulveda-Chavera, Salvatierra-Martínez y Rodríguez-Molina, 2013). La producción olivícola se concentra principalmente en Sur del país, siendo la región Tacna la zona de mayor crecimiento, las áreas de La Yarada, Los Palos, Magollo y Sama, conducidas bajo tecnología media y avanzada, constituyen una actividad agrícola rentable, despertando un gran interés en los agricultores para expandir la frontera agrícola e introducir nuevas variedades (Sepulveda-Chavera, Salvatierra-Martínez y Rodríguez-Molina, 2013; García y Tello, 2006).

El olivo es cultivado para la producción de aceite y/o aceituna de mesa, con una gran diversidad genética (Dridi, Fendri, Breton y Msallem, 2018). La olivicultura en Perú, es una actividad de importancia económica, destinada a la producción de aceituna de mesa y aceite de olivo, con grandes extensiones en La Yarada –Los Palos, Magollo y Sama, en la región Tacna, así como, Ilo y Algarrobal en la región Moquegua. Sin embargo, los diferentes valles enfrentan graves restricciones en cuanto a escasez y calidad del recurso hídrico, con aumento de los niveles de salinidad del suelo (García, Angulo, Mamani y Chaparro-Aguilar, 2021).

La industria olivícola requiere cultivares de mayor producción, lo que implica que solo unas variedades comerciales sean cultivas, mientras que las variedades menos comerciales se encuentren restringidas, de ahí la importancia de la conservación, debido a que varios rasgos adaptativos podrían apoyar a los cultivos de olivo, especialmente en relación con efectos de cambio climático (D’Imperio et al., 2011).

Por tanto, la implementación de bancos de germoplasma son herramientas útiles para el manejo de la diversidad genética, todas las accesiones deben ser caracterizadas para eliminar casos de etiquetado incorrecto y redundancia (sinonimia), identificar la presencia de diferentes clones dentro del mismo cultivar, salvaguardando todos los cultivares evitando la diversidad genética (Alba, Sabetta, Blanco, Pasqualone y Montemurro, 2009; Muzzalupo, Chiappetta, Benincasa y Perri, 2010).

En este contexto la Estación Experimental Agraria Tacna, implementó el 22 de noviembre de 2019 el banco de germoplasma de olivo en el Anexo Los Palos, el cual cuenta con 30 accesiones agrupadas de acuerdo a su utilidad productividad, aceituna, aceite y doble propósito, actualmente, la EEA Tacna, se encuentra realizando trabajos de caracterización agromorfológica, para posteriormente realizar análisis molecular y culminar con la implementación de líneas promisorias y mejoramiento genético.

En el siguiente enlace puede encontrar el informe en PDF con los principales resultados obtenidos hasta la fecha.

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