Estados Unidos es un país cuya superficie es algo más de 12 mil km cuadrados, donde residen unos 320 millones de personas, es decir, resulta ser unas 24 veces España en tamaño, y aglutina una población 9 veces mayor que la que reside en nuestro país.

En términos oleícolas, destina 75 mil hectáreas al cultivo del olivo especialmente en 6 estados, de los cuales el más importante es California; aunque históricamente destinó más superficie a elaboración de aceituna de mesa, en la actualidad se encuentran casi en equilibrio, con 70 almazaras y 50 entamadoras, en cuanto al tipo de cultivo este es todo moderno, mayoritariamente en seto, y más del 60% de regadío.

Es el tercer mayor consumidor de aceite de oliva en el mundo, con consumos que superan las 320 mil toneladas por ejercicio, teniendo capacidad para exclusivamente producir el 5% de lo que consumen, que de forma percápita es 1 kg por persona y año.

De dicho consumo la mayor parte procede de España, unas 160 mil toneladas por ejercicio, seguida de Italia con un 43 % del consumo, continuando minoritariamente con Túnez, Grecia, Turquía, etc. por lo tanto, España, es el mayor exportador de aceite de oliva actualmente a Estados Unidos, superando de forma mínima el 50% del total.

De dichas exportaciones la mayor parte 100 mil toneladas son graneles, y 60 mil se envían envasadas al país en cuestión. Por lo tanto éstas serían las exportaciones a las que les influiría, en mayor medida,  la posible imposición arancelaría del Sr. Tump.

No obstante de estas 60 mil toneladas, más del 70% del volumen las operan compañías o grupos con establecimiento permanente, es decir con compañías, fuera de nuestras fronteras: Portugal, Italia, México, Estados Unidos, Túnez, o Marruecos, por lo tanto, se verían libres de dicho impacto, no obstante, el resto de compañías que ostenta ese 25% del envasado sin establecimiento permanente fuera de España, sí que verán mermado su margen, pues el 25% del arancel, va directo sobre el resultado positivo neto de esas pequeñas y medianas compañías, este sería el primer efecto inmediato.

Otro de los efectos es que de forma inmediata España dejará de ser líder de exportación en el país por la afluencia de aceite vía otros países, como hemos explicado antes los grandes grupos españoles abordarán el mercado americano vía compañías deslocalizadas de nuestro país, luego de forma macro, España pasará a ser de nuevo segundo mayor exportador de aceite de oliva a Estados Unidos, tras Italia, aunque los citados grupos no verán efectos, o lo sentirán mínimamente, sobre su cuenta de resultados.

Por último, otro de los efectos sería que vía cambio de preferencia por su origen de nuestros aceites con respecto a otros, como es el caso de Grecia, Túnez, Italia o Portugal, estos perderán lo que se denomina el principio de oportunidad, cederán algo de margen, es decir, podía provocar una apreciación de aquellos, y una pequeña caída de precios de los producidos en nuestro país, con lo que eso conllevaría para los olivares más deprimidos y menos competitivos.

Esto tendrá efectos positivos y negativos para nuestro país, de priorizar los importadores americanos en importar producto español mayoritariamente en granel, seguiremos líderes en exportación, pero el valor añadido en su mayor parte quedará allí, de este modo evitarían el trasiego y la imposición indirecta a importadores españoles.