Las embarcaciones de vela fueron uno de los primeros medio s de transporte marítimos. Existían diferentes tipologías según la función a la que estaban destinados, guerra, pesca o comercio, así como el espacio de navegación, mar, río o lago. Los egipcios fueron unos de los primeros constructores de este tipo de barcos, utilizándose para navegar por el Nilo hace mas de cuatro mil años.
En la época romana, las naves marítimas se denominaban onerariae, podían ser de vela, remo o combinadas y podían tener capacidad para cien toneladas repartidas en 3.000 ánforas
El comercio marítimo romano fue una de las principales fuentes de prosperidad del imperio romano, a través de él, se comercializaba con artículos de primera necesidad, trigo, pescado, AOVE, vino, cáñamo, lino, lana, madera de construcción, metales y productos manufacturados. Hispania, era una de las principales suministradoras de los productos de agricultura, fundamentalmente el vino y el AOVE. Esto, fue una realidad contrastada que aún está presente y perdura en nuestros tiempos.
Actualmente El transporte marítimo aglutina más del 80% del comercio internacional de mercancías y es uno de los principales medios del transporte internacional, ya que permite enviar gran cantidad de mercancía a menor coste económico, pero no tanto medioambiental, ya que este tipo de transporte es el responsable del 2,5 % de las emisiones de carbono del planeta.
Este hecho, le llevo a Will Templeman, científico ambiental y recientemente empresario a cuestionarse la necesidad de implementar un sistema de transporte de mercancía mas sostenible y respetuoso con el medio ambiente. No solo contemplar la adquisición de productos orgánicos, libres de residuos y respetuosos con el medio ambiente, productos que proceden de un comercio justo, si no consumir también, productos con un transporte limpio libre de emisiones.
Es por lo que Will junto con los propietarios de Fairtransport se dedican a la restauración de barcos veleros para el transporte de mercancías libres de emisiones. Lo que comenzó como un sueño, es hoy una realidad. Al igual que nuestros antepasados romanos, decidieron comerciar la mercancía más valiosa de transportar, AOVE luso. Desde el De Gallant que navegó hasta Bristol, donde los lugareños de la zona observaban atónitos navegar bajo el puente colgante el velero cargado de AOVE. Este AOVE de ensueño pudieron degustarlo una vez el barco atracó en puerto.
El propósito de este emprendimiento es comercializar productos producidos éticamente y de alta calidad con una huella de carbono cercana a cero. Pese a que el sistema tiene limitaciones logísticas, se esta trabajando en implantar este sistema, con buques veleros de mayor tamaño y capacidad y recorrer las rutas con mayor frecuencia