En la antigua Grecia el filósofo Diógenes de Sinope se hizo famoso por el hecho de que aparecía por las plazas de Atenas a plena luz del día portando una lámpara de aceite de oliva mientras decía que buscaba un hombre honesto, dejando ver cuán difícil era encontrarlo.

Diógenes de Sínope (412-323 a. de C.) sabio griego que vivía en un Tonel. Todo su capital era un báculo, un zurrón y un cuenco. Un día vio a un niño beber el agua con sus manos y se deshizo de este último «lujo». Su gran austeridad fue base de su ideología, de la que se burlaba Platón llamándole “cínico”, término que le dio nombre a su filosofía.

El tonel de Diógenes, perteneciente al templo Metroon de Atenas, es en realidad una tinaja de barro que servía normalmente como contenedor de las provisiones de aceite de oliva, vino y otros productos del templo.

Esta forma de vida llevada por el filósofo Griego, ha servido de base para nombrar a una enfermedad mental, el “Síndrome de Diógenes”. Todos los que sufren este trastorno tienen las funciones cognitiva y social claramente alteradas y no son conscientes de su situación. No ven que se hayan aislado del mundo, ni que hayan dejado de lado la higiene la limpieza, ni mucho menos que acumulen basura en su casa sin sentido.

En una ocasión Alejandro Magno se encontró con Diógenes y le dijo; «Señor, me ha impresionado inmensamente. Me gustaría hacer algo por usted. ¿Hay algo que pueda hacer?”. Diógenes dijo: “Muévete un poco hacia un lado, porque me estás tapando el sol, esto es todo. No necesito nada más”.