Un antiguo Rey musulmán de Granada, se enamoró perdidamente de una bella joven de Navarra. El Rey inicio su conquista poco a poco basando su relación en amistad, amor y libertad. Tras una larga relación y ganarse su confianza, pidió su mano, y la bella joven de ojos azules acepto ser su esposa y trasladarse al reino de Granada.
Celebraron una grandiosa boda para mostrar al mundo su amor y felicidad. Pero con el paso del tiempo, el rey percibió tristeza en los ojos azules de su amada. Ella echaba de menos apreciar los blancos paisajes y las nevadas de su Navarra natal. El Rey musulmán para mostrar amor hacia su esposa y devolverles la luz a sus ojos, sembró almendros en los jardines de la Alhambra para que, cuando florecieran, ella pudiera recordar las blancas nevadas de su infancia en Navarra.
Todas las primaveras, las colinas florecían cubriendo todo por un manto de flores blanquecinas, y los amados paseaban entre blancos almendros, como si de una intensa nevada se tratara.
En España el cultivo de almendra tiene más de 2.000 años de antigüedad, siendo su origen en las regiones montañosas de Asia Central remontándonos 5.000 años atrás.
La palabra almendra deriva del hebreo y significa “el que despierta”, debido a que florece para anunciar la llegada de la primavera. Florece a finales del invierno con flores de cinco pétalos de tonos rosados y blancos, de dónde después sale su fruto. Este leñoso posee un árbol muy característico por su corteza agrietada, con hojas verde intenso de tipo lanceolado. Árbol resistente, que se cultiva y crece en climas cálidos y suelos que faciliten la expansión de sus raíces.