Los legionarios de Roma, estuvieron en el campo de batalla por más de dos mil años de conquista romana siendo algo más que la fuerza armada de Roma, fue el símbolo inquebrantable e imparable de la conquista de un imperio. El éxito le vino dado de la mano de su organización, su estricto entrenamiento y la dieta de sus hombres, en la que era imprescindible el consumo de AOVE.
La dieta de estas centurias no fue uniforme, durante la Republica, el ejercito estaba en continuo movimiento acechando batallas y conquistas, mientras que a partir del 27 a.C. en el periodo de Alto Imperio, al ejercito se le otorgaba la función de salvaguardia en los territorios ya conquistados en zonas de acuartelamiento. La ingesta calórica diaria en ambos casos difería en gran cantidad, entre las 4.000 y 6.000 calorías diarias, no tanto difería en los ingredientes que la conformaban, estando centrados en cereal, legumbres, frutas, verduras, aceite de oliva y vino.
Los legionarios romanos según Dión Casio S. II d C. necesitaban pan, que ellos mismos amasaban y cocinaban en hornos cerámicos portátiles denominados clibanus. Como tentempié y para la manutención en tiempos de maniobra, elaboraban previamente un tipo de galletas ‘bucellatum’ a base de aceite de oliva, hierbas aromáticas, aceitunas negras y cereales.
El AOVE tornó mucha importancia en la dieta del imperio romano, así, Julio César lo incorporó a la annona, el abastecimiento de la manutención del ejército. Esto hizo que la demanda de AOVE se incrementara en gran medida, por el consumo interno del propio ejército, como la promoción y divulgación que tuvo en la dieta en el centro y el norte de Europa que se introdujo gracias a los campamentos de soldados en la frontera.
No solo se utilizaba para la elaboración de galletas, se regaba el pan con AOVE, para potenciar tanto su sabor como el aporte calórico, se utilizaba para la conservación de carnes, ya que el ejercito contaba con una prata, criadero de animales para su abastecimiento, principalmente criaban vacas, cerdos, bueyes y ovejas. Para obtener carne como fuente proteica y sus derivados como la leche y queso,
Sus carnes se maridaban con AOVE y especias y las sobrantes se conservaban en aceite de oliva, sazonadas o ahumadas para mantenerlas en el tiempo.
No faltó AOVE en el ejército romano, que nutrió a los centauros al frente de la batalla, iluminó las largas noches de desvelo y auxilió a los desvalidos de la batalla para sanar sus heridas. EL AOVE romano fue el aliado de la victoria.