En 1983 se realizó el primer estudio que registró la superficie de olivar del planeta. En dicha fecha eran 20 países los productores datados con casi 7 millones de hectáreas en producción, siendo casi el 100 por cien tradicional y de secano o con aporte de agua deficitario. Del total, menos del ocho por ciento era de regadío. De igual forma el consumo de aceite de oliva se extendía poco más allá de los países productores.
Hoy en día, tras 40 años de evolución y expansión, existen 11,7 millones de hectáreas de olivar produciendo aceite de oliva, el cual es consumido en 198 países, es decir, en todo el planeta.
Dicha expansión del cultivo se ha producido principalmente en la ribera del mar Mediterráneo y toda la franja situada entre los paralelos 35º y 45º, siendo estas latitudes las tradicionales de este cultivo. Si bien, debido a la sofisticación del cultivo, así como a la moderación climática, se ha extendido fuera de dicho rango, ampliándose hasta los paralelos 25º y 47º y entre los -25º y -47º.
La almazara más al norte del planeta se encuentra en las islas del Golfo de Canadá, en la costa oeste, donde existen dos fincas de olivar, una dedicada a aceituna de mesa y la otra, más grande, orientada a la producción de aceite de oliva. Andrew Butt, fue el primer agricultor en apostar por el olivo. Desde 2001, y con varias pruebas de diferentes variedades, cultiva Frantoio y Leccino, dedicando su producción a aceituna de mesa, que él mismo prepara.
En el extremo opuesto, en la Patagonia, dada la gran capacidad de adaptación del olivo en ambientes con escasez de agua y resistencia a bajas temperaturas, ha encontrado en la zona patagónica, de la mano de la Bodega Familia Schoreder y Praderas Neuquinas, un buen lugar para producir aceite de oliva virgen extra de gran calidad.