En palabras de Juan Vilar “el oleoturismo es una actividad colateral cuyo objetivo es potenciar la actividad principal dotando a la almazara o explotación olivícola de mayor competitividad, sobre todo restando estacionalidad, estableciendo barreras de entrada mediante singularización y fidelizando al cliente”.
Las Villas Pontificias de Castel Gandolfo cubren 55 hectáreas (11 más que toda la Ciudad del Vaticano). Los Jardines Barberini se extienden por 30 hectáreas, mientras que la Granja Papal ocupa los otros 25. Comencemos por explorar los Jardines Barberini.
Hogar de la residencia de verano del Papa en las colinas que rodean las brillantes aguas del lago Albano, Castel Gandolfo promete a quienes visitan el lugar perfecto.
Sus exuberantes jardines paisajísticos, el palacio papal ricamente amueblado y 25 hectáreas de tierras de cultivo maduras con productos frescos brindan toda la inspiración divina imaginable lejos del ajetreo y el bullicio de la capital.
En las 25 hectáreas de esta granja familiar hay vacas, ovejas, burros y gallinas, que proporcionan el queso de oveja, mozzarella, leche y ricotta frescos que se incorporan cuidadosamente a las recetas de la finca papal. También se encuentran más de 1,000 olivos, de los cuales más de la mitad datan del año 1200. Además ostenta su propia almazara, por lo que la visita también contempla la posibilidad de conocer todo el proceso productivo y degustar su aceite de oliva virgen extra.
Desde el año 2014, el Papa Francisco abre las puertas a un paraíso terrenal: Castel Gandolfo, donde se producen los productos lácteos, la carne y las verduras para el Papa y su personal; y cuyos productos están a la venta para los visitantes y en varias tiendas del Vaticano. De este espectacular paraíso, se puede disfrutar a través de sus visitas guiadas a los jardines circundantes, fuentes y tesoros arqueológicos de la era romaní en la extensa finca a 25 kilómetros (15 millas) al sur de Roma.
El Papa Francisco tomó la decisión de no utilizar el refugio en la cima de la colina con vistas al lago Albano, prefiriendo quedarse en su suite en el hotel Vaticano durante las vacaciones. La última vez que se utilizó el palacio fue cuando el Papa Emérito Benedicto XVI se instaló durante unos meses después de su dramática renuncia en 2013.
El Papa Pío XI hizo construir la granja entre 1929 y 1934, y todavía funciona de acuerdo con los métodos agrícolas de la época: no es una granja orgánica, sino que funciona con fertilizantes naturales.
El complejo Castel Gandolfo tiene tres villas, incluida la Villa Barberini, cuyos jardines fueron construidos sobre la residencia del emperador romano Domiciano. En total, la finca se extiende a más de 55 hectáreas (135 acres), significativamente más grande que el propio Vaticano, que ocupa 44 hectáreas en el centro de Roma.
El propio Francisco quería que los jardines de la Villa Barberini se abrieran al público, y desde su apertura ha sido todo un éxito, recibiendo a miles de personas todos los meses.
La granja, emplea a ocho personas, una de las cuales ha trabajado allí durante 33 años y ha servido a cuatro papas, contiene olivos de 800 años de antigüedad que producen más de 300 galones de aceite de oliva al año. Ochenta vacas y varios burros suministran leche, queso, mantequilla y yogur a la residencia papal. Hay un extenso huerto, un invernadero y avestruces, conejos, pollos y pavos.
Sus pollos se alimentan de las sobras de obleas de comunión hechas por monjas, y su desayuno está lleno de productos frescos de su granja.
El Papa Francisco, con esta iniciativa oleo turística, refuerza su convicción y respeto por la agricultura y los animales, es un gran fan de los pequeños agricultores
“Aprecio y animo los esfuerzos de la comunidad internacional para permitir que cada país implemente los mecanismos necesarios para lograr la autonomía alimentaria, ya sea a través de nuevos modelos de desarrollo y consumo o a través de formas de organización comunitaria que preserven los ecosistemas locales y la biodiversidad», escribió el Papa Francisco.