Hace miles de años el pistacho era considerado un alimento de la realeza. Es sinónimo de buen augurio e incluso símbolo del amor y felicidad en algunas culturas. También conocido como Nuez feliz o Nuez de la sonrisa. La procedencia del pistacho se circunscribe a Asia occidental y menor.
Una de las siete maravillas del mundo antiguo, los Jardines Colgantes de Babilonia, contaban con árboles de pistacho en su majestuosos alrededores. Cuenta la leyenda que Nabuconodosor II, Rey de Babilonia, plató en los Jardines Colgantes de Babilonia con árboles de pistacho para contentar a su mujer, la cual veía en esos jardines un lugar aburrido y monótono. Con esta medida, ese espacio natural se convirtió en un lugar de ensueño para la Reina.
El cultivo del pistacho ya era conocido por egipcios, romanos, griegos e introducido en el mediterráneo a través de Italia. Originario de Asia Occidental y Asia Menor, cultivándose por primera vez en las zonas más secas como Irán, Turquía y Afganistán.
Su nombre procede de pisteh, su origen en Persia, donde el cultivo, comercio y propiedad de tierras con pistachos simbolizaba la riqueza y el poder de quien los poseía. En China, se incluye entre los regalos de Año Nuevo, pues consideran que atrae la felicidad.
El mundo cuenta con 1.161.193 hectáreas de pistacho, situado en el duodécimo puesto en el ranking por superficie de cultivo leñoso permanente. Siendo Estados Unidos el país con mayor producción con 529.742 toneladas y el país con mayor consumo con 179.387 de toneladas de su fruto, con tendencia ascendente en ambas actividades.
Genera un volumen de empleo de 25.001.000 jornales por año.
El pistacho es una gran fuente de vitaminas, minerales y nutrientes, entre los que podemos destacar fósforo, potasio, magnesio, vitamina B6, tiamina, fibra y betacaroteno.