Sudáfrica es conocido por su diversidad de culturas, idiomas y creencias religiosas, por lo que se la conoce como la nación del arco iris.
El cultivo del olivo en Sudáfrica es relativamente reciente, teniéndose constancia de que los primeros olivos fueron plantados hacia la mitad del siglo XVII, pero no fue hasta principios del siglo XX cuando el olivar comenzó a cobrar importancia gracias a la importación de olivar que realizó el italiano Fernando Costa en torno al año 1900, momento a partir del cual comenzó el desarrollo del olivo como cultivo industrial.
En los últimos años ha tenido un gran auge la olivicultura, lo que ha hecho que se convierta en el país africano de mayor tasa de crecimiento con ritmos cercanos al 20% anual, duplicándose el número y superficie plantada en lo que va de siglo XXI.
Sudáfrica tiene actualmente más de 3.600 hectáreas de olivar, ocupa el puesto 33 en cuanto a superficie, representa el 0,09% de la superficie mundial de olivar.
Es en la provincia del Cabo Occidental (Western Cape) donde se localiza casi el 95% del total de superficie de olivar plantada. Se caracteriza por tener clima mediterráneo con inviernos frescos y húmedos y veranos cálidos y secos, lo que le hace tener condiciones muy adecuadas para el olivar. El 3% se localiza en El Cabo Oriental, con aproximadamente el 4% del total de olivar sudafricano.
Existen dos tipos de propietarios de olivar bien diferenciados, los que poseen grandes extensiones de tierra con más de 50 hectáreas. Este primer grupo aglutina varios eslabones de la cadena de valor olivícola, puesto que cosechan la aceituna, la transforman en aceite y lo comercializan. Y por otro lado, se encuentran los pequeños productores, con menos de 5 hectáreas de olivar en propiedad.
En la actualidad, existen 535 parcelas, con un tamaño medio de 20,57 hectáreas. La productividad de las explotaciones es reducida con una producción media por hectárea de 91 kg/ha que equivalen a 19,11 kg/ha de aceite de oliva.
El tipo de olivar más extendido es el convencional, representa el 66,5% de la superficie. El resto, 33,5%, es olivar moderno, siendo el 21,2% olivar moderno en copa y el restante 12,3% olivar moderno en seto. La mayor parte de la superficie se cultiva en régimen de regadío, en total el 87,7% del olivar sudafricano y el restante 12,3% es cultivado en régimen de secano. Las variedades que principalmente se cultivan son: Mission, Kalamata, Manzanilla y Frantoio.
En el ámbito industrial, son 70 las almazaras que se localizan en el país sudafricano y una entamadora. No existen orujeras ni refinerías. Anteriormente la mayor parte de la producción se destinaba a aceituna de mesa pero en la actualidad se ha invertido, y tan sólo el 10,4% de la cosecha de aceitunas se dedica a aceituna de conserva, dedicándose el 89,6% a aceite de oliva. Del total de aceite de oliva producido el 56% es aceite de oliva virgen y virgen extra y el 44% aceite de oliva lampante.
La producción local es relativamente reducida, por lo que Sudáfrica importa aceite de oliva envasado y a granel principalmente de España e Italia, también lo hace aunque en menor medida de Grecia, Portugal y Argentina. El aceite de oliva envasado proviene fundamentalmente de Italia, debido en parte a la gran presencia de italianos en el país quienes son grandes consumidores de aceites de oliva de origen italiano.
En términos económicos y de empleo, el sector oleícola genera 3,4 millones de euros y aporta casi 280 mil jornadas de trabajo reales, lo que se traduce en 1.230 puestos de trabajo permanentes.
En lo que respecta al consumo de aceite de oliva en Sudáfrica, éste es muy reducido si se compara con países de gran tradición olivarera. Tan sólo se consumen 900 toneladas de aceite de oliva, lo que representa el 0,03% del total de aceite de oliva consumido en el mundo. El consumo medio por persona y año es de 0,02 kg, estando muy por debajo del consumo per cápita mundial que se sitúa en 0,45 kg.
Del total de grasas animales y vegetales que se consumen en el país, el 0,1% es de aceites de oliva, el 81,9% de grasas vegetales y el 18% de grasas animales.
La mayor parte del aceite de oliva se destina al consumo humano, 89%, y el restante 11% es destinado a uso industrial.
El perfil del consumidor sudafricano es hombre de renta media, en mayor proporción que mujeres (55,7% respecto a 44,3%), de más de 50 años (65%). El 36% de los consumidores son familias con hijos, seguido de parejas sin hijos (32%), el 19% lo representan solteros o viudos y el 13% familias monoparentales.
En lo referente al nivel formativo, los mayores consumidores son los que cuentan con un nivel de estudios medio – alto, de educación secundaria (25%) y de educación universitaria (35%).
Aunque no es un país con una gran tradición olivarera, ni se produce aceite de oliva en grandes cantidades, el consumidor si prima la calidad del aceite de oliva que consume. Este hecho queda patente en que el 100% del aceite de oliva que se consume es aceite de oliva virgen (5%) y virgen extra (95%).
Principalmente se adquiere en envase de cristal (54%). Y el uso mayoritario que la población sudafricana da al aceite de oliva es el consumo en crudo (48%), el 20% para cocinar, 17% para freír y 15% para asar.
El establecimiento donde mayoritariamente se adquiere es en supermercados (44%) e hipermercados (25%), seguido de la adquisición directamente en la almazara (22%), el 6% es adquirido por internet y el restante 3% comprado en tiendas tradicionales.
Principalmente la población sudafricana consumen el aceite de oliva dentro de los hogares (73%) y el restante 27% fuera del hogar. Del aceite consumido fuera del hogar, la mayor parte se realiza en la industria de transformación alimentaria (30%), el 20% en industria conservera, igual porcentaje en hoteles, y otro 20% en colectividades como colegios, hospitales, etc. y el 10% es consumido en restaurantes.