Según el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la agricultura mundial genera una cifra de negocio de más de 5 mil millones de euros. La superficie de la tierra es de 149 millones de kilómetros cuadrados, es decir, sin mares, ni océanos, que suponen 361 millones; de tierra firme, 104 millones son habitables. 

Si nos referimos a agricultura, el planeta cuenta con 1.520 millones de hectáreas, de las cuales 1.100 millones, se dedican realmente a agricultura, lo que significa que la tierra cultivable del Planeta tan solo es el 5%, y la cultivada el 1%, o dicho de otro modo, tan solo queda en el planeta por cultivar la cuarta parte de tierra cultivable, 420 millones de hectáreas, unas 8 veces la superficie total española. 

De estos 1.100 millones de hectáreas cultivadas, los cultivos leñosos permanentes, suponen ya casi 73 millones de hectáreas, de las que el 77% son explotadas en secano y, el resto, 23%, a través de irrigación. Y nos centramos en estos, pues su explotación tiene una mayor durabilidad en el tiempo, comparado con los cultivos alternantes, y por tanto, dicha durabilidad condiciona en mayor medida la elección de una finca, debido a la estabilidad en el tiempo y especificaciones precisas del cultivo. 

El agua dulce accesible en el Planeta para el ser humano es tan solo el 0,00025% del total de superficie terrestre, o lo que es lo mismo, 110.000 kilómetros cuadrados, y se encuentra dividida del siguiente modo: el 38% como humedad de la tierra, 52% en lagos, un 1% en forma de vapor de agua, y 1% en ríos, mientras que el restante 1% está contenida en seres vivos, alimentos, etc.

Volviendo a los leñosos permanentes, de los 73 millones de hectáreas que pueblan el planeta, el 21% lo acapara la palma, el 16% el olivo, seguido por el café, con un 14,5%, viñedo 10%, manzano casi 7%, naranjo con cerca del 6%, y ciruelo con algo menos del 6%, seguido por otros tantos hasta copar esos 73 millones de hectáreas, todos con requerimientos edafológicos, climáticos, de irrigación y manejo, plenamente distintos, y a veces encontrados, e incluso opuestos. 

Con respecto a la distribución actual de la población activa, de los casi 3,5 mil millones de personas que trabajan en el mundo, el 25% está dedicado a la agricultura, -es decir una persona por hectárea de forma aproximada-, 24% a industria, y el restante 51% al sector servicios, pero, para 2100, se espera que para la agricultura no se destine ni tan siquiera el 15% del total de población activa, mientras que el sector servicios se verá favorecido con un ascenso que lo llevará al 60%, mientras que la industria seguirá en el orden del 25%. En Europa a la agricultura se dedicará tan solo el 2,5% de la población activa, es decir, 0,236 personas por hectárea

Por lo tanto, estamos ante una situación de escasez de tierra, pues solo está disponible la que existe y hemos comentado, y puede adquirirse mediante herencia, o compra, no habiendo forma adicional de poder hacerlo, luego es un mercado finito. Y a ello no acompaña, ni la disponibilidad de agua, un recurso finito que cada vez es menor en su disposición, ni la proporción de población dedicada a agricultura, que no cesa en su descenso. 

Otro ámbito que nos afecta en agricultura, y más concretamente en el entorno leñoso, es la meteoropatía o metereosensibilidad, definida como el cambio en el comportamiento, o los efectos experimentados por un ser vivo ante picos de incidencia de determinadas situaciones meteorológicas concretas, imprevistas, anormales y anómalas. Se trata de una serie de cambios que están sucediéndose en el patrón habitual de la climatología, y que afectan a todos los seres, de un modo u otro, incluidos a los cultivos. 

Una vez analizados estos aspectos iniciales, a fin de tenerlos en cuenta, ¿Cuáles son los elementos más importantes en los que precisar de forma previa a adquirir una explotación agraria?

Lo ideal es hacer una due diligence, cuyo análisis entre otros factores, se centra en las licencias de riego en su caso, los títulos de propiedad y su estado, las concesiones de ayuda, si estas operan, situación fiscal, laboral y financiera, etc. 

Pero además, resulta vital que se analicen los siguientes puntos dinámicos, teniendo en cuenta la evolución pasada, así como una evolución proyectada futura. 

Climatología del microentorno. En este caso, resulta vital, pues nos va aportar sobre la base de la información pasada la idoneidad del leñoso a plantar, pero igualmente, su proyección futura, en base la tendencia pasada climatológica, nos pondrá de manifiesto si dicha climatología específica será válida en el futuro, y cuál será su incidencia en el rendimiento dinámico de la explotación, en función del comportamiento del leñosos elegido.  

Esa tendencia será de aplicación en la elaboración de cálculos dinámicos de amortización. Hasta ahora calculados estáticamente de forma errónea. 

Climatología global. Dicho factor nos proporciona información sobre los futuros ciclos de precios, disponibilidad de agua de irrigación, potenciales sequías, etc. La información sobre dichos ámbitos, y su tendencia, nos proporcionará la oportunidad de obtener las cotizaciones futuras, disponibilidades de agua, y potenciales producciones, que nos permitirán obtener, mediante combinación, el cálculo de las producciones futuras dinámicas, el valor de las mismas, los puntos de equilibrio, etc. 

Por lo tanto, el cálculo del valor patrón actual de las fincas agrarias, a la hora de adquirirlas, será plenamente dinámico y estará basado en la combinación de producciones pasadas, y previsiones futuras, valorados métrica y económicamente, y basados en todos los ámbitos anteriores, analizados de forma obligada, de forma dinámica, antes de comenzar el proceso de adquisición.  

Igualmente es vital la estabilidad social, económica, y medioambiental del país, y el entorno legal de influencia agrícola en términos permisión de manejo, sin olvidar el estado del suelo. 

Si quieres más información sobre este método de cálculo ponte en contacto con nosotros: juanvilar@juanvilar.com

Reporte en el Economista